jueves, 26 de febrero de 2009


Caminando, aún con un rumbo por definir,
haciendo camino, vida, existencia, eternidad...

Olvidando el olvido,
olvidando el ruido,
olvidando el suspiro,
y mis ganas de estar.

Siguiendo mis latidos,
el instinto que mueve,
que moldea,
que me lleva,
a mi destino incierto.

El olvido, que sigue, que quema, que muere, que despierta,
que ya no está.
El instinto que deja el vacío,
la magia que se espera,
el milagro que sueño,
dormida, despierta, sin más.

Soy suspiro incierto,
prolongado, astuto,
que se inquieta, y vaga por palabras
-indefinidas-
porque así está el alma,
inconclusa al fin.


Re- comenzar


El alma siempre tiene tanto que decir,
y calla tanto...


El día se vuelve espeso, siento el cansancio,
las dudas sobre salen, el invento me lo voy creando,
debo aligerar el paso, y creer más en mí.


Resulta difícil creer en uno mismo,
se abordan los miedos, se abordan las pérdidas,
se abordan las derrotas, y la incertidumbre.


Pero si de algo estoy segura,
es que nada nos pertenece...


Ni el cielo tan bello que nace cada día,
ni las aves, ni las estrellas, ni el viento,
nada es nuestro, y a la vez, estamos envueltos,
en todo eso, en cada poro del universo, en un cosmos.


Pertenecemos a un mundo material,
del cual buscamos amor,
buscamos el afecto, el apego,
el realizarnos en la otra persona,
pero para eso necesitamos hacerlo
con nosotros mismos.


Es tan necesario el amor,
como la soledad,
Es tan necesario el caer,
como el levantarse,
es necesario el perderlo todo,
para volver a empezar.