domingo, 24 de enero de 2010

El día llenó momentos de impaciencia,
quería llenar el hueco en mi interior,
para qué mentir, quise mirar atrás para recordar,
aquello que una vez fui, y que hoy me hace ser lo que soy.

¿Qué encontré?
Me topo con recuerdos, con sonrisas, con malestar,
me encuentro feliz y a la vez inconforme, sabía que
merecía más, que me conformaba, pero que así decidí ser feliz,
a los pocos minutos, quizá al poco tiempo, me di cuenta de algo,
que aquella felicidad, no dependía absolutamente de nadie,
dependía de mi,yo era la responsable de mis días,
y de aquello que yo podía transformar como bueno o malo,
comprendí que el vacío no es culpa de nadie, sino de mi misma,
que yo me debo ocupar de mis necesidades, de mi sentir, de mis afectos.

Miré por un instante hacia atrás, me vi a mi misma,
contemplé mi sentir, y si, es real cuando uno dice que el que ama,
es aquel que se siente lleno, y así fue, me sentía llena, de tanto amor,
que sabía podía, y aún puedo dar, de todo aquello que desbordaba en mí,
que me inundaba en la totalidad, eso era el impulso de seguir, de ser mejor,
de procurar crecer y ser feliz...

Ya no miro atrás con nostalgia, quizá por momentos, miro atrás con la mirada
y el alma templada, que di todo, que di lo mejor de mi, con mis defectos y
virtudes, pero ahí siempre estuve, sin más, entera, como hoy lo estoy,
con heridas, con marcas, pero con un corazón repleto de dar, de servir, de expresar...

Mis noches se vuelven ternura, mi voz se hace melodía, mis manos me invitan
a soñar, mi mundo se vuelve aventura, mi todo se llena de vida...

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